¿ES VERDAD QUE DIOS DESEA ENRIQUECERNOS PORQUE SOMOS HEREDEROS DEL DIOS DEL ORO Y LA PLATA?
(9 falsos argumentos del evangelio
de la prosperidad. Parte 2)
Por
Luís Orlando Pulache Vásquez.
“Pídeme,
y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la
tierra” (Sal 2:8)
- Primeramente
diremos que esta es una promesa mesiánica, la cual se aplica únicamente a
nuestro Señor Jesucristo.
- Ciertamente que
todo en esta tierra le pertenece a Dios, y nosotros somos herederos de Dios. ¿Pero
significa esto que nuestra herencia está en la tierra? Para responder a esta
pregunta debemos aclarar que las promesas del pueblo de Israel y las promesas de
los creyentes neo testamentarios, son muy diferentes.
La herencia del
Israel físico:
Israel fue y es, el
único pueblo físico de Dios, escogido para cumplir con uno de sus propósitos:
ser figura o símbolo físico, del pueblo espiritual de Dios, que es la iglesia
de Cristo Jesús.
“Decidme, los que queréis estar bajo la ley: ¿no
habéis oído la ley? Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la
esclava, el otro de la libre. Pero el de la esclava nació según la carne; mas
el de la libre, por la promesa. Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son
los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para
esclavitud; éste es Agar. Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y
corresponde a la Jerusalén actual, pues ésta, junto con sus hijos, está en
esclavitud. Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es
libre” (Ga 4:21-26)
Primeramente debemos
entender, que todo el libro de Gálatas, es en realidad una carta de Pablo
a la iglesia de Galacia, en donde casi
todo el tema se trata de defender el evangelio de la fe, frente a las falsas
enseñanzas de falsos maestros judíos que pretendían judaizar a la iglesia, para
que guardaran ciertos ritos de la Ley. En el capítulo tres, Pablo les explica sobre
la justificación que se recibe por la fe y no por guardar ciertos ritos de la
Ley. En este capítulo cuatro, Pablo explica que las dos mujeres de Abraham representan
a los dos pactos de Dios. Agar, la concubina o esclava de Abraham representa a
Israel, quien da hijos de esclavitud; pero que Sara, la esposa de Abraham,
representa a la Jerusalén celestial, la iglesia de Cristo, la cual da hijos en
libertad.
Pero nosotros
sabemos que Israel sí es descendiente directo de Sara y no de Agar, sin
embargo, con esto entendemos pues que, Israel era un simbolismo de la iglesia
de Cristo. Vemos aquí claramente a dos pueblos totalmente distintos, los cuales
no tendrían la misma herencia, porque un hijo no compartirá su herencia con el
esclavo Israel:
“Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava
y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre.
De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre” (Ga
4:30-31)
Ahora bien, nosotros cuando aún no éramos
creyentes, también éramos considerados esclavos al igual que los de Israel. Y
un esclavo no puede heredar como hijo.
Y si el Israel
físico, siendo considerado un niño, podía disfrutar de las riquezas materiales
en la tierra ¿Será posible que la iglesia, considerada el Israel espiritual, el
hijo de la promesa, Dios le diera por herencia la misma bendición material que
le dio a Israel? Por supuesto que no. A Israel se le dio por heredad las tierras de Canaán, la prosperidad
material. Pero a la iglesia se le prometió una herencia espiritual.
La herencia de la
iglesia (Israel espiritual):
Aunque Gálatas
habla del Espíritu de Dios como la verdadera promesa para el creyente, el Nuevo
Testamento confirma que la verdadera herencia de la iglesia está reservada en
los cielos:
“Porque de los presos también os compadecisteis, y el
despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros
una mejor y perdurable herencia en los cielos”
(He 10:34)
“Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por
la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible,
incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros.” (1P 1:3-4)
Sin embargo, esto
no quiere decir que Dios no pueda bendecir nuestro espíritu, alma, cuerpo y
también nuestra economía, Él desea hacerlo, pero esa no es nuestra herencia
verdadera.
- La bendición
material y posesión de las tierras de Canaán por los Israelitas, eran solo una simbología de la verdadera herencia de
la Iglesia. Por ejemplo, la ciudad de Jerusalén era una representación de
la verdadera ciudad de la nueva Jerusalén que descenderá de los cielos para los
creyentes victoriosos.
- Este conocimiento
no lo tenían los israelitas, pero si algunos patriarcas y profetas del antiguo
pacto, a ellos sí les fue revelado cuál era su verdadera herencia.
“Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber
recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y
confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que
esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen
estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de
volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se
avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad” (He 11:13-16)
Según estos
versículos, los patriarcas y profetas del pueblo de Israel sí sabían que su
herencia verdadera no era la material sino la que estaba reservada en los
cielos, la cual algún día les sería entregada. Estos versos empiezan diciendo
que todos estos murieron sin recibir lo prometido. ¿Fue Dios infiel a sus
promesas? Por supuesto que no. Dios les había prometido muchas cosas, como la
tierra prometida a Abraham, pero todos murieron sin gozar de esta promesa
física, la razón es porque ellos, por la fe, alcanzaron a ver y entender que
esas tierras eran solo una simbología de la verdadera herencia reservada en los
cielos. Como dice la Escritura, estos patriarcas por su fe, miraron,
creyeron y saludaron su herencia reservada en los cielos. No así el
resto del pueblo de Israel quienes por su incredulidad no vislumbraron esto,
sino que solo gozaron de las simbólicas bendiciones materiales.
Israel por su
incredulidad, según el plan perfecto de Dios, no se le pudo confiar el reino
invisible y espiritual que a la iglesia sí se le confió por su fe. Israel reinó
en un reino físico simbólico y su herencia fue física simbólica. La iglesia del
cordero es súbdita del Rey de reyes y Señor de señores, Cristo Jesús en su
reino espiritual. No pretendamos tener la misma herencia.
- ¿Y qué de Dt
11:24?
“Todo lugar que pisare la planta de vuestro pie será
vuestro…”
Esta promesa solo
fue para Israel como una promesa de pacto que Dios le hizo a Abraham. Además
Dios les puso los límites de hasta donde tenía que poner su pie. (Ya que aquí
la palabra “todo” no es absoluta sino relativa)
Estos errados maestros
de la prosperidad, tienen por predilección, predicar las promesas del Antiguo
Pacto, ya que el Antiguo Testamento da para todo. ¿Por qué no predican del Nuevo
Testamento? Por la sencilla razón que los va a contradecir.
Spurgeon dijo: “El pacto antiguo fue un pacto de
prosperidad. El nuevo pacto es un pacto de adversidad, por medio del cual
llegamos a detestar este mundo presente, haciéndonos aptos para encontrarnos
con el nuevo mundo que ha de venir”
Continuará
en el 3 falso argumento de la falsa prosperidad...
Dios te bendiga.
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